
Mediante el desarrollo del año litúrgico, la Iglesia ofrece un período con el propósito de preparar a los fieles para la celebración del Misterio Pascual de Cristo: la vida, muerte y resurrección de Jesucristo. El tiempo de Cuaresma es un retiro de seis semanas y media prescrito para toda la Iglesia. Durante este tiempo participamos en momentos de oración, frecuentemente vemos un aumento en las confesiones y damos la bienvenida al significado renovado de los tres pilares de esta época litúrgica: el ayuno, la limosna y la oración. El Espíritu de Dios, manifestado en toda la creación, guía las acciones durante este tiempo de compromiso y lleva a la Iglesia hacia las celebraciones de la Semana Santa y la Pascua.
Es un tiempo que tiene una función muy importante: “El tiempo de Cuaresma está ordenado a la preparación de la celebración de la Pascua: la liturgia cuaresmal prepara para la celebración del misterio pascual tanto a los catecúmenos, haciéndolos pasar por los diversos grados de la iniciación cristiana, como a los fieles que recuerdan el bautismo y hacen penitencia.” (Normas Universales, 27)
En la antífona de entrada del Miércoles de Ceniza, escuchamos el canto del libro de la Sabiduría (Sb 11,24.25.27). Esta Sagrada Escritura comienza la celebración y fomenta la unidad de los reunidos e introduce sus pensamientos al misterio del tiempo litúrgico (IGMR 47). Estos versículos rebosan de compasión del señor del amor y aconsejan a los oyentes recordar que las ataduras espirituales desordenadas y los pecados que hayan producido no les importan a nuestro Creador bondadoso: Dios nos ama, Dios no nos odia. Dios nos implora a que regresemos con corazones humildes. Es el Espíritu (el Ruah, el Pneuma) el que nos infunde con nueva vida a través de la penitencia, la confesión y nuestras convicciones espirituales. Nuestra humilde respuesta en el salmo responsorial al texto de la antífona: “Misericordia, Señor, hemos pecado”.
Al recibir el signo simbólico de las cenizas del Miércoles de Ceniza, participamos en un ritual que es anterior a Jesús y nos une con nuestros venerados antepasados: Ester, Samuel, Isaías y Jeremías. Cada uno de ellos llevaba cenizas como signo de su penitencia. Hoy nos aferramos a este acto simbólico y a su propósito hasta el comienzo de la Misa del Jueves Santo. Es un signo externo de una resolución interior de orar, por los demás y por nosotros mismos. Queremos purificarnos y este acto de confesión de nuestros pecados nos lleva a la sanación.
Pero el Verbo que se hizo carne y habitó entre nosotros es aquel de quien tratamos de dar testimonio al mundo.
Pues al llegar la plenitud de los tiempos el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros lleno de gracia y de verdad. Cristo instauró el Reino de Dios en la tierra, manifestó a su Padre y a sí mismo con obras y palabras y completó su obra con la muerte, resurrección y gloriosa ascensión, y con la misión del Espíritu Santo. (Dei Verbum, 17).
Mientras hacemos nuestros sacrificios cuaresmales de oración, ayuno y limosna, nos apegamos a las palabras y acciones de Jesucristo. Nos identificamos con su humanidad. Sabemos que su sufrimiento por nosotros aumenta la carga de nuestro camino cuaresmal. Piense nuevamente en lo que va a renunciar y en la verdad incómoda que esto provoca cuando los deseos habituales exigen su atención.
Pensemos, quizas, en la espiritualidad católica como el núcleo central de la conciencia de Dios. Una espiritualidad despierta que reaviva y refresca nuestra relación con el Todopoderoso. Los sacramentos del bautismo y la confirmación forjan nuestra búsqueda continua de una vida fructífera en Cristo. El agua viva nos ha bañado; el óleo de la alegría nos ha ungido; el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo alimentan nuestras almas. La Iglesia ofrece avenidas rituales de gracia que fortalecen nuestro vínculo con Dios. El Ruah, el Pneuma, el Espíritu Santo, el aliento mismo de Dios sostiene este vínculo.
La Eucaristía es "fuente y culmen de toda la vida cristiana" (Catecismo de la Iglesia Católica, 1324), de la que obtenemos sabiduría (Pneuma), inspiración, alimento, ánimo, comunidad y fe. Recibimos pan y vino, que el sacerdote transforma en lo que verdaderamente creemos que es el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Experimentamos amor y a cambio, amamos a los demás. Recibimos corrección a través de las enseñanzas de la Iglesia y somos transformados por nuestra participación en el Misterio Pascual de Cristo. El Espíritu de Dios (Pneuma) y el ministerio de la Iglesia. Ellos actúan en conjunto para alentar un significado espiritual más profundo en nuestras vidas.
Oración
¿Necesitas hablar con franqueza, profundidad y súplica, pero no se atreves a hablarle a Dios de esa manera durante este tiempo penitencial? Ora con los salmos. Contienen en su poesía la capacidad de expresar: petición, alabanza, arrepentimiento, agradecimiento, súplica, ansiedad o incluso enojo. Son un recordatorio de lo que Dios ha hecho en el pasado y seguramente (para los fieles) volverá a hacer. Los Salmos es un recurso rebosante que nutre el alma.
Ayuno
Un mensaje del sexto capítulo del Evangelio de Mateo: “Tengan cuidado de no hacer obras de piedad delante de los hombres para que los vean… cuando vayas a orar, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora ante tu Padre, que está allí, en lo secreto… cuando ayunes, no pongan cara triste, como esos hipócritas… perfúmate la cabeza y lávate la cara”.
Otra sugerencia para mantener el ayuno cuaresmal es dejar de usar los teléfonos celulares el Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo. ¿Esas acciones nos ayudarán a identificarnos con el sufrimiento de Cristo? Recuerden: el ayuno es una forma antigua de prepararse para la Eucaristía, el alimento más verdadero. En el ayuno, apartamos nuestras preocupaciones de oración y caridad de nosotros mismos y las dirigimos hacia el otro.
Limonsna
El “invitado de sorpresa” de TED Talk del 25 de abril de 2017 fue el Papa Francisco. Él hizo un llamado a la limosna; a una perspectiva equilibrada de las obras corporales de misericordia. Dijo: “El futuro está hecho de ti, está hecho de encuentros, porque la vida fluye a través de nuestras relaciones”. “Presten atención” a los migrantes, a los presos y a quienes buscan trabajo. Por último, dice: “El futuro está, sobre todo, en manos de las personas que reconocen al otro como un ‘tú’ y a sí mismos como parte de un ‘nosotros’”. El Papa Francisco llama a “una revolución de la ternura… Es el amor que se acerca y se hace concreto”.
“La obra de la redención humana y de la perfecta glorificación de Dios, Cristo la realizó principalmente por el Misterio Pascual, mediante el cual con su muerte destruyó nuestra muerte y con su Resurrección restauró nuestra vida. Por esta razón el santo Triduo pascual de la Pasión y Resurrección del Señor es el centro del ano litúrgico.” (Norma Universal, 18).
Estamos preparados.
Encuentre más recursos estacionales en nuestra página de Cuaresma y Pascua, aquí.
Publicado originalmente en Today’s Liturgy © 2017 OCP. Derechos reservados.
Rawn Harbor
Rawn Harbor es uno de los liturgistas y músicos católicos afroamericanos más destacados de los Estados Unidos hoy en día. Un talentoso pianista y compositor, también es muy solicitado como facilitador de talleres, presentador y liturgista.